La caja con vida

  Un día de julio de 1990, yo estaba caminando hacia el colegio. Había tenido una fuerte discusión con mi padre, por lo que el decidió no llevarme a la escuela en el auto. Era una mañana de invierno, muy temprano, aún de noche...
  La calle estaba desierta; los negocios cerrados. Apuraba el paso por el enojo y por el miedo.
  Al doblar en una esquina él pateó una caja blanca con agujeros en la tapa. Me llamó la atención, la agarré, con miedo por lo que podía haber ahí adentro. Se escuchaban ruidos, y la caja se movía. No sabía que hace, no sabía que pensar... tenía miedo.
  Llegué al colegio con la caja en la mochila. Rápidamente, me metí en el baño. Transpiraba... Me animé a abrirla: había dos bichos. Peludos, blancos, con garras... muy raros. Sonó el timbre y me tenía que ir a clase, pero no presté atención; me quedé pensando qué tipo de bicho podia ser y en qué peligro me estaba metiendo.
  Al finalizar la clase, escuché unos golpeteos en la caja, fui al gimnasio, que en ese momento estaba vacío. Abrí la caja.
  Allí estaban... me miraban y parpadeaban, como sin me estuvieran haciendo ojitos.
  Eran graciosos y se veían listos. Aún no sabía lo malvados, inteligentes y peligrosos que podían ser.
  No reaccioné rápidamente y se me escaparon de la caja... Justo cuando entraba el director }. Me gritó, me retó y me sancionó, pensando que lo que había liberado eran ratas.
  Al día siguiente llegué con mi padre, al que habían citado y que estaba aún más enojado que el día anterior.
  Cuando entramos, sentimos un clima extraño en el colegio. El lugar estaba repleto de esos animalitos, iguales a los que se habían escapado de la caja. Estaban persiguiendo a todos los directivos, alumnos y padres que se encontraban allí para morderlos. Chicos con sangre en las piernas; otros, con ataques de pánico Todos muy asustados. A medida que se alimentaban, aumentaban sus tamaños hasta hacerse grandes como una sandia.
  Las autoridades de la escuela, desorientados, llamaron a un Instituto de investigación científica. Llegaron rápido y propusieron prender los aires acondicionados a la menor temperatura posible.
  Así exterminaron a todos los Gremlins, y la charla con mi padre y el director quedó para otro día.
 
 
 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Las rosas de Tsu-ling

Crónica Periodística